Ciencia, arte y comunidad se entrelazan en Tongoy: estudiantes crean un mural de cerámica inspirado en su entorno costero

En el Liceo Carmen Rodríguez de Tongoy, la comunidad escolar, investigadores y artistas del Instituto Milenio SECOS desarrollaron talleres que combinan arte, ciencia y memoria local. Las actividades incluyeron un mural de cerámica hecho con arcilla del territorio que une la creatividad estudiantil con la investigación oceánica.

 

Durante una semana de intensa co-creación, el Liceo Carmen Rodríguez de Tongoy se transformó entre el 22 y 29 de septiembre en un taller abierto de arte, ciencia y comunidad. En una nueva fase del proyecto “Tiempos de Muralismo: Patrimonios Socio-Ecológicos y Memoria”, liderado por la investigadora del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS) Fernanda Oyarzún, estudiantes de distintos niveles modelaron ostiones de cerámica con arcilla, recolectada en Tongoy y el Valle del Elqui.

El proyecto, que vincula los saberes locales con la investigación científica sobre ecosistemas costeros, busca que las y los jóvenes reconozcan el valor ecológico, cultural y social de su territorio. “Las prácticas creativas pueden ser mucho más que un medio de comunicación de la ciencia. Abordadas de manera profunda, colaborativa y transdisciplinaria, pueden convertirse en catalizadoras de transformaciones sociales orientadas hacia la sustentabilidad. Este tipo de proyectos, realizados con profundidad y tiempo pueden ayudarnos a generar conocimientos que involucren toda la experiencia humana y hacer que los saberes estén vivos en el aprendizaje”, explica Fernanda Oyarzún.

Las piezas elaboradas por los estudiantes forman un “banco de ostiones” donde cada relieve narra un fragmento de identidad local. La arcilla que usaron en este proyecto fue recolectada en distintas partes del mismo territorio, permitiendo aprender de forma aplicada sobre procesos geológicos y oceanográficos, sobre los procesos químicos que implica su transformación por el fuego en cerámica, así como sobre su valor cultural en los pueblos originarios como los diaguitas y la cultura El Molle, que habitaron esta zona. “La cerámica fue una de las primeras tecnologías del ser humano, y poder generar un vínculo sensorial y corporalizado —plasmar memorias y saberes en ella— los conecta con su identidad y tradiciones”, señala Oyarzún.

La actividad contó con la participación de las profesoras del liceo Paula Silva (Artes) y Macarena Contreras (Ciencias), quienes integraron el proyecto en la malla técnica del establecimiento, conectando temas de biodiversidad, acuicultura y patrimonio. “Estos proyectos permiten a los estudiantes interpretar su entorno y dejar un registro vivo de lo que observan y sienten en su territorio. No importa si son los más artísticos o no; todos conectan, todos encuentran una forma de expresarse. Cuando los estudiantes trabajan con materiales del lugar —como la arcilla o el viento— descubren que la ciencia no está lejos, sino aquí mismo, en lo que tocan, sienten y respiran cada día”, menciona Contreras.

El mural-escultura quedará instalado de forma permanente en el liceo, como un espacio de reflexión colectiva sobre la relación entre mar, comunidad y conocimientos. Esta instalación-mural además incorporará realidad aumentada, con grabaciones de paisaje sonoro que los mismos estudiantes realizaron, lo que permitirá conectar antiguas y nuevas tecnologías, enraizando sus saberes en su territorio y en su diversidad de experiencias.

La jornada culminó con una quema tradicional dirigida por la antropóloga Isabel Ortiz, colaboradora del Instituto Milenio SECOS, en el horno construido el año pasado junto a la comunidad educativa. Además, la artista visual Amaranta Espinoza incorporó un taller sonoro, donde los estudiantes grabaron los sonidos del mar, el viento y las voces del liceo para integrarlos a la instalación final.