Crean modelo para apoyar la adopción y gestión de programas de conservación

En una publicación reciente, un grupo internacional de investigación presentó un modelo aplicado a la adopción de programas de conservación basado en la propagación y expansión de enfermedades, el que podría ayudar a predecir el éxito o fracaso de estos programas a distintas escalas. Se espera que la herramienta adelante resultados de posibles acciones y apoye la toma de decisiones en procesos de gestión.

Mediante modelos relativamente básicos basados en la propagación de enfermedades, la aceptación de programas de conservación en individuos, comunidades y países se podría predecir con años de anticipación, según una reciente investigación publicada en la revista One Earth.

La trayectoria probable de un programa de conservación, como reservas, parques nacionales u otros, desde su fracaso hasta su adopción generalizada, puede predecirse a partir de un puñado de datos iniciales, lo que, según un equipo internacional de investigadores, podría ayudar a quienes los implementan a seguir su progreso y ajustar el proceso adecuadamente. En complemento, el grupo trabaja en una herramienta web que ayudará a profesionales del área en su aplicación. 

El autor principal del estudio, Matt Clark, del Centro de Política Medioambiental del Imperial College, comenta que, “nuestro próximo paso es poner nuestro modelo en manos de los responsables de la toma de decisiones. Prever la aceptación a largo plazo de los programas de conservación, puede permitir tomar decisiones iterativas y adaptativas para aplicar la conservación a las escalas que sean necesarias”.  

Dando forma al resultado

Las iniciativas de conservación que requieren la participación local, como la protección de zonas forestales o costeras, suelen expandirse desde los proyectos piloto hacia las comunidades vecinas. Sin embargo, no todas se expanden de la misma manera y muchas se estancan.

Así, los investigadores estudiaron la dinámica de adopción de 22 programas de conservación de todo el mundo y descubrieron que la adopción seguía alguna de estas dos trayectorias: un modelo «lento-rápido-lento», o curva en forma de S, en el que la aceptación es inicialmente lenta, se acelera y luego se estabiliza; o un modelo «rápido-lento», o curva en forma de r, en el que la aceptación es inicialmente rápida y luego se estabiliza.

Ahora, han analizado más a fondo estos patrones para ver qué los impulsa y si los primeros años de un proyecto pueden utilizarse para predecir el futuro éxito -o fracaso- de un programa.

Utilizando conceptos de epidemiología, como la propagación de enfermedades infecciosas, descubrieron que las curvas en forma de S y de r están impulsadas por dos conceptos sociales clave.

La propagación en forma de S se debe sobre todo al «aprendizaje social», es decir, cuando la gente ve que sus vecinos o compañeros hacen algo y lo adoptan. En cambio, la propagación en forma de «r» está controlada por el aprendizaje independiente, es decir, cuando cada persona tiene acceso a la misma información y la misma oportunidad de tomar la iniciativa al mismo tiempo, por ejemplo, si se propone un cambio de política, que no depende de otras personas para que influyan en ella.

Adaptar las decisiones

Hay muchos factores externos que pueden influir en la trayectoria de un programa de conservación -como una inyección única y repentina de financiamiento-, por lo que el equipo de investigadores considera el uso de este modelo como una “herramienta de gestión adaptativa”.

Según Clark, “Digamos que una iniciativa de conservación se extiende lentamente al principio. ¿Es difícil saber qué tan lento es “muy lento”? O ¿qué tan rápido es demasiado rápido? ¿se está repartiendo muy poco el presupuesto? Para que los gestores tomen decisiones sobre un proyecto de 40 años, es muy importante saber si van por buen camino y conocer los mecanismos de propagación: aprendizaje social o independiente”.

Finalmente, para Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, director del Instituto Milenio SECOS y co-autor del estudio, “este modelo puede apoyar la gestión adaptativa de acciones en programas de conservación marina o terreste, pero no necesariamente para una predicción estricta, sino más bien para acompañar la toma de decisiones en función de la información disponible y las acciones de los diferentes programas y sus iniciativas”.